Quienes han padecido COVID tienen un 20% más de riesgo de caer en una conducta adictiva al alcohol y otras drogas
Por lo que estamos conociendo de esta enfermedad, la COVID, el proceso agudo puede continuar con otro que se prolongue durante meses, que es conocido como COVID persistente. Si ya de por sí esta enfermedad puede colocar a las personas que la padecen en situaciones críticas, de extrema gravedad, que puede mantenerlas en UCI durante varias semanas, la recuperación posterior puede ser más larga y problemática de lo que se podría desear.
La perspectiva de padecer más de 200 síntomas diferentes de este síndrome que puede manifestarse con niebla mental, depresión, ansiedad, dificultad respiratoria, cefalea, lagunas mentales… coloca a muchos de quienes la padecen ante una perspectiva que no siempre es fácil de sobrellevar. Resulta fácil que la persona afectada se termine aislando, abandone su trabajo, termine avanzando en una depresión… y si no tiene cuidado puede que recurra al alcohol, a modo de consuelo. Sin embargo, aunque con el paso de los meses puede haber una evolución positiva, no siempre se produce con la misma rapidez e intensidad, así que iniciarse en el consumo de alcohol, con meses por delante donde al mismo tiempo se puede caer en una depresión nos conduce a que se facilite la aparición de la dependencia del alcohol.
En un estudio realizado por el British Medical Journal se concluye que quienes han padecido COVID puede tener un riesgo mucho mayor de padecer otros trastornos en comparación del resto de la población.
En concreto, se tiene un 60% de probabilidades de que empeore la salud mental, un 35% de que se padezca ansiedad, un 40% de caer en una depresión o verse afectados por trastornos relacionados con el estrés.
También se ha comprobado que estas personas que han padecido COVID han incrementado un 55% el uso de antidepresivos, y un 65% el uso de benzodiacepinas.
En cuando al consumo de opiáceos se ha incrementado un 34%, y un 20% podían desarrollar algún trastorno por el consumo de alcohol.
Unir la COVID persistente con una adicción complica aún más la situación por la que atraviesan estas personas, que a diario se ven afectadas por trastornos que la medicina todavía no comprende bien por qué suceden, ni se le está encontrando un remedio eficaz, sobre todo porque los síntomas pueden ser muy diversos.
Hasta hace unos meses quienes padecían COVID persistente eran en su mayoría mujeres con una edad que rondaba los 40 años, sin embargo esta enfermedad ha ido afectando a personas más jóvenes que pueden tener que esperar en torno a 26 semanas para encontrar que se ha producido la curación, o la reducción notable de los síntomas.
Por lo general quienes padecen COVID persistente, o quienes superaron la enfermedad pero arrastran secuelas, sobre todo si está presente un estado de depresión, no van a ser capaces de identificar el riesgo que supone caer en una adicción como el alcoholismo, por ese motivo es tan importante que las personas que mantienen un contacto estrecho con la persona afectada sepan responder en el menor tiempo posible, ya que superar una adicción puede ser mucho más fácil, y con resultados realmente buenos, si se aborda en sus primeras fases.
Lo que no podemos permitir es que una persona que ha visto cómo su cuerpo se ha visto dañado por la COVID, además se vea deteriorado por el alcoholismo.